Un nuevo gobierno en Porriño y el aula de interpretación de la naturaleza de As Gándaras continúa sin solución.
Un nuevo gobierno en Porriño y el aula de interpretación de la naturaleza de As Gándaras continúa sin solución. Ya han pasado tres corporaciones diferentes por el sillón del gobierno y ninguna ha sabido ponerle freno al deterioro que sufren las instalaciones, sufragas con fondos de la Unión Europea y que nunca se llegaron a estrenar. El edificio, construido en el entorno natural del humedal, fue concebido como punto de referencia para el estudio de la fauna y flora característica de la parroquia de Budiño. Seis años después de inaugurarse y sin haberse estrenado, se pudre sin que nadie lo remedie.
El entonces alcalde Jose Manuel Barros se enfrentó a problemas de liquidez de la empresa constructora, que no terminó de cumplir el proyecto completo, que incluía una pasarela de madera por el humedal. Inconvenientes varios hicieron que su corporación, del grupo popular, decidiera no recepcionar las obras. Cuando estaba en manos de nadie llegó el relevo. El nacionalista Raúl Francés se encontró unas instalaciones abandonadas que sufrían continuos ataques de vandalismo e inundaciones por problemas constructivos. En la línea de su rechazo a las instalaciones, aplicada cuando ostentaba la oposición, el regidor apostaba por derribarlas. La medida llegaba después de intentar negociar con la Xunta y la Confederación Hidrográfica su recuperación, inviable por falta de fondos y de contenidos que le dieran sentido.
Ahora toca el turno del gobierno tripartito que lidera Nelson Santos, responsable de Ciudadanos por Porriño. Y la situación continúa igual. La corporación actual carece de un proyecto para el centro de As Gándaras, alegando que los costes de reconstrucción son demasiado elevados. «De momento no sabemos nada de la devolución del dinero de los fondos europeos, aunque supuestamente desde Bruselas lo iban a gestionar», recordó el actual alcalde.
Para donde sí hay previstos fondos es para renovar los miradores de pájaros cercanos, con el objetivo de que los estudiosos puedan acercarse a la zona, muy rica en aves. Pero parece que nadie recuerda que para llegar a este maravilloso enclave los visitantes dejarán a escasos metros el techo desnudo de un edificio pagado entre todos y que ha quedado a merced de zarzas y grafitis.
