Artículo de Eduardo Rolland en su sección La Bujía de La Voz de Galicia

Desde que, a finales del siglo XIX, triunfó en el mundo la llamada Idea de Progreso, la Humanidad quedó convencida de que el solo paso del tiempo siempre nos haría mejorar. Año tras año, sucesivos avances tecnológicos nos llevarían a vivir más cómodamente, en un proceso que ni guerras ni crisis podrían parar.

Vigo fue una entusiasta seguidora de esta idea, al punto de que le pondría el nombre de Progreso a una céntrica calle. No es de extrañar en una ciudad en la que un día Sanjurjo inventaba un submarino y, al siguiente, López de Neira encendía en el balcón de su casa la primera bombilla eléctrica vista en Galicia. Cada año abrían en la ciudad modernas fábricas conserveras, Barreras exportaba vapores tipo Vigo y hasta un ingeniero llamado Martín Pella patentaba una bicicleta acuática con la que llegó a hacer la travesía hasta Cangas. Era esta, por tanto, tierra de inventores que cifraba su suerte en el progreso.

Hoy, sin embargo, hay que poner en duda la idea decimonónica. Porque, en muchos aspectos, en las últimas décadas, vamos a convenir que, en lugar de mejorar, hemos ido a peor. Valga como ejemplo la magnífica iniciativa de la Asociación de Empresarios de As Gándaras, que acaban de crear una web para que los ocho mil trabajadores del polígono puedan compartir coche para trasladarse a sus fábricas.

El sistema permitirá reducir 42.000 toneladas de emisiones de CO2, aliviará de tráfico la autovía y ahorrará gastos a los usuarios. «Parece imposible que no se hubiese hecho antes», dijo el jueves una trabajadora, asombrada con el éxito de la idea. Y, en efecto, parece increíble que, durante décadas, no se haya hecho nada para facilitar la movilidad de miles de trabajadores del área de Vigo, como los que, por ejemplo, se desplazan hasta Porriño cada mañana, por una autovía que es un auténtico peligro.

Compartir coche, como acaban de idear los empresarios porriñeses, es una buena iniciativa. Pero, no nos engañemos, no deja de ser un parche. Lo prioritario es que se diseñe un plan integral de movilidad en toda el área metropolitana. Y no con aparcamientos disuasorios, porque nadie se baja de su coche para coger un autobús. Sino con un transporte público eficaz, que no existe.

No hay conexión por tren entre Vigo y los municipios de su área. Y el autobús, además de insuficiente, deja a sus pasajeros tirados en la avenida de Madrid.

Lo curioso del caso es que Vigo sí tuvo un transporte metropolitano durante décadas. Hace cincuenta años era posible tomar un tranvía entre la ciudad y Baiona, con ramales de Molinos a Samil, y otro hacia Gondomar-A Ramallosa. Y existía, también, una línea tranviaria desde Vigo hasta Porriño. Todo esto dejó de funcionar en 1968. Y, desde entonces, ningún político quiere entender que Vigo precisa trenes de cercanías con urgencia. Así que el progreso, que fascinó a nuestros antepasados, parece dudoso. En muchos aspectos, como en el transporte, hemos ido a peor.

http://www.lavozdegalicia.es/vigo/2010/11/06/0003_8831633.htm

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